Ellie tardó todo un verano en transformar una furgoneta vieja y destartalada en una adorable casa móvil. Realizó la mayor parte del trabajo sola, aunque recibió ayuda de su padre y su abuelo.
Cuando la historia del proyecto de Ellie se difundió a través de las redes sociales, muchos le sugirieron que no se detuviera ahí y continuara con su empeño. Inspirada por ese apoyo, Ellie decidió comprar otro remolque, pero esta vez con un fin benéfico.
La niña construyó una segunda casa móvil y utilizó las ganancias de su venta para tratar a su amigo Elijah, que padecía cáncer. Ellie volvió a transformar un remolque abandonado en un espacio acogedor reemplazando elementos dañados, repintando las paredes y amueblando el interior.